Alfonso Ruiz de Aguirre

El árbol de la vida

Trece años después, esta novela va a ser reeditada en libro electrónico por LcL. Por fin estará al alcance de quien quiera leerla.

 

Diputación de Guadalajara, 2001 

 

Escribí esta novela en el verano de 2000. Siempre me ha parecido que los protagonistas de las novelas que leo no pertenecen a mi mundo. Unos viven en Puerta de Hierro y otros se chutan en la Plaza del Dos de Mayo. Yo quería contar la historia de Paco Pérez, un chaval de barrio. Un chaval de mi barrio, de San Ignacio de Loyola, que vive en la Calle Monroy y ha estudiado en el Jovellanos. Un hombre que elige el fútbol cuando la vida se le vuelve insufrible, que se aventura a vivir en el mundo de los sueños cuando la rutina del fracaso se merienda su anodina existencia. Un hombre insignificante que se atreve a comer del árbol de la vida.

Un jurado compuesto por tres mujeres que pasan del fútbol (María del Mar García, Matilde Gómez y Pilar Zori) decidieron que esta novela tan futbolera merecía el Provincial de Guadalajara de 2000. Me consta que les pareció una apuesta arriesgada, porque ni su vocabulario ni su tema encajaban muy bien en el prototipo de obra ganadora de un concurso como Dios manda. Me consta que fueron valientes. Destacaron que el libro poseía “una voz propia y una acentuada voluntad de estilo”. Gracias. Está muy de moda dar lecciones estéticas y morales a los demás, desprestigiar el fútbol, anatemizar la televisión y satanizar los culebrones. Alguien debería explicarles a esos eruditos de tertulia televisiva que no existe ningún manual que explique cómo deben soñar las personas.

Aparte de dedicarla a mi mujer y a mis hijos, esta novela quiere ser un homenaje a todos los que viven en mi barrio, tierra mítica y remota donde las haya. También a mis alumnos, a los presentes, a los pasados y a los futuros: ellos me ayudaron a paladear la sustancia con la que se construye la Literatura.

Por cierto, observen que la cubierta atribuye la obra a un tal Bellido. Yo, hasta la fecha, vengo apellidándome Bullido con notable aprovechamiento

Así comienza la obra:

 “Tengo 34 años y nunca he besado a una chica, ni he visto al Real Madrid ganar una Copa de Europa. A Cristo lo crucificaron con un año menos que yo por tocarles las narices a los capullos de su época, pero ya había montado un chiringuito que va camino de los dos mil años. Alejandro Magno a esta edad llevaba ya un año criando malvas, pero le había dado tiempo a construir un imperio que se extendía hasta lugares que los hombres de su época no habían llegado ni a imaginar. Yo, sigo vivo a pesar de todo, lo cual demuestra que la justicia no existe, pero ni siquiera he podido besar a una chica.”