Ganadora del premio de novela corta Félix Urabayen, Ciudad de Toledo, 2000
En el verano de 2000 Pepe Reina me contó su versión de los sucesos que ocurrieron en Benamejí el 27 de julio de 1936, cuando un grupo de partidarios del alzamiento rebelde intentó cerrar el paso al pueblo a través del puente que lo unía con el Tejar y se encontró con una partida de milicianos. Luego me enseñó una fotografía de su padre, que fue tomado prisionero en aquel incidente, después de su liberación, y yo quise pintar la angustia que reflejaba la cara de aquel hombre. Es el sujeto cabizbajo y avejentado que sujeta la bandera en la portada del libro y aparenta veinte años más de los treinta que tiene. Pepe es el niño de los brazos en jarra. Entonces me vino a la mente la imagen de un hombre justo que pretende mantener su integridad moral a pesar de la violencia, del odio y de la guerra. Ya tenía al protagonista. Benamejí me prestó el decorado y a algún actor.
Por esta novela me concedieron el premio de narrativa de mi ciudad natal, para demostrarme que, como las excepciones existen, a veces uno sí es poeta en su tierra.
Luis Alba González, Académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, escribió esto sobre la novela:
“En la novela ganadora del Premio de Novela Corta Félix Urabayen, Olivera de Bernuy, Alfonso Ruiz de Aguirre cuenta la pequeña y gran historia de un hombre sencillo y honesto que trata de mantener su dignidad en los difíciles tiempos, como él muy bien califica, de nuestra guerra incivil.
Describe magistralmente el ambiente en un pueblo andaluz donde se entremezclan el perfume pastoso del aceite, el aroma anisado de la matalahúva, el olor de los chorizos, morcillas y jamones y el polvo que levanta la paja, mezclados en ese ambiente de guerra donde los rencores, las venganzas, los más bajos sentimientos del ser humano se desatan y parece que lo arroyan todo. Lo expresa magníficamente en línea y media: “La guerra es el mejor clima para los resentidos, para los criminales y los tarados””.
Toledo, 18 de enero de 2002